Hechos-23

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Entonces Pablo, mirando fijamente al Concilio, dijo: —Hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
  • 2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca.
  • 3 Entonces Pablo le dijo: —¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la Ley, y quebrantando la Ley me mandas golpear?
  • 4 Los que estaban presentes dijeron: —¿Al Sumo sacerdote de Dios insultas?
  • 5 Pablo dijo: —No sabía, hermanos, que fuera el Sumo sacerdote, pues escrito está: “No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.”
  • 6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el Concilio: —Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.
  • 7 Cuando dijo esto, se produjo discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió,
  • 8 porque los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu; pero los fariseos afirman que sí existen.
  • 9 Entonces hubo un gran vocerío y, levantándose los escribas de la parte de los fariseos, discutían diciendo: —Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios.
  • 10 Como la discusión era cada vez más fuerte, el comandante, temiendo que Pablo fuera despedazado por ellos, mandó que bajaran soldados, lo arrebataran de en medio de ellos y lo llevaran a la fortaleza.
  • 11 A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: «Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.»
  • 12 Cuando fue de día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran dado muerte a Pablo.
  • 13 Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración,
  • 14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: —Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.
  • 15 Ahora pues, vosotros, con el Concilio, requerid al comandante que lo traiga mañana ante vosotros, con el pretexto de que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarlo antes que llegue.
  • 16 Pero el hijo de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la fortaleza y dio aviso a Pablo.
  • 17 Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: —Lleva a este joven ante el comandante, porque tiene cierto aviso que darle.
  • 18 Él entonces, tomándolo, lo llevó al comandante y dijo: —El preso Pablo me llamó y me rogó que trajera ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte.
  • 19 El comandante, tomándolo de la mano y retirándose aparte, le preguntó: —¿Qué es lo que tienes que decirme?
  • 20 Él le dijo: —Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el Concilio, con el pretexto de que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él.
  • 21 Pero tú no los creas, porque más de cuarenta hombres de ellos lo acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están listos esperando tu promesa.
  • 22 Entonces el comandante despidió al joven, mandándole que a nadie dijera que le había dado aviso de esto.
  • 23 Llamando a dos centuriones, mandó que prepararan para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fueran hasta Cesarea;
  • 24 y que prepararan cabalgaduras en que, poniendo a Pablo, lo llevaran a salvo a Félix, el gobernador.
  • 25 Y escribió una carta en estos términos:
  • 26 «Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud.
  • 27 A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano.
  • 28 Y queriendo saber la causa por la que lo acusaban, lo llevé al Concilio de ellos;
  • 29 y hallé que lo acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión.
  • 30 Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto lo he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.»
  • 31 Los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, lo llevaron de noche a Antípatris.
  • 32 Al día siguiente, dejando a los jinetes que fueran con él, volvieron a la fortaleza.
  • 33 Cuando aquellos llegaron a Cesarea y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él.
  • 34 El gobernador leyó la carta, y preguntó de qué provincia era; y al saber que era de Cilicia,
  • 35 le dijo: —Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que lo vigilaran en el pretorio de Herodes.
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