Hechos-19

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,
  • 2 les preguntó: —¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le dijeron: —Ni siquiera habíamos oído que hubiera Espíritu Santo.
  • 3 Entonces dijo: —¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: —En el bautismo de Juan.
  • 4 Dijo Pablo: —Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
  • 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
  • 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban.
  • 7 Eran entre todos unos doce hombres.
  • 8 Entrando Pablo en la sinagoga, habló con valentía por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.
  • 9 Pero como algunos se rehusaban a creer y maldecían el Camino delante de la multitud, Pablo se apartó de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.
  • 10 Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
  • 11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,
  • 12 de tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
  • 13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: «¡Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo!»
  • 14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.
  • 15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: «A Jesús conozco y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?»
  • 16 El hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
  • 17 Esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era glorificado el nombre del Señor Jesús.
  • 18 Muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.
  • 19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su valor, hallaron que era de cincuenta mil piezas de plata.
  • 20 Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.
  • 21 Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en su espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya. Decía él: «Después que haya estado allí, me será necesario ver también Roma.»
  • 22 Envió entonces a Macedonia a dos de los que lo ayudaban, Timoteo y Erasto, y él se quedó por algún tiempo en Asia.
  • 23 Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino,
  • 24 porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices;
  • 25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: —Sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza;
  • 26 pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a mucha gente con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.
  • 27 Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia y el mundo entero.
  • 28 Cuando oyeron estas cosas se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: «¡Grande es Diana de los efesios!»
  • 29 La ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo.
  • 30 Pablo quería salir al pueblo, pero los discípulos no lo dejaron.
  • 31 También algunas de las autoridades de Asia, que eran amigos suyos, le enviaron recado rogándole que no se presentara en el teatro.
  • 32 Unos, pues, gritaban una cosa y otros otra, porque la concurrencia estaba confusa y la mayoría no sabía por qué se habían reunido.
  • 33 De entre la multitud sacaron a Alejandro, empujado por los judíos. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano, quiso hablar en su defensa ante el pueblo.
  • 34 Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: «¡Grande es Diana de los efesios!»
  • 35 Entonces el escribano, cuando apaciguó a la multitud, dijo: «Efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter?
  • 36 Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente,
  • 37 porque habéis traído a estos hombres, que no son sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa.
  • 38 Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden y procónsules hay; acúsense los unos a los otros.
  • 39 Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir,
  • 40 pues hay peligro de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, ya que no existe causa alguna por la cual podamos dar razón de este alboroto.»
  • 41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.
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