Marcos-8

(Reina Valera 1995)

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  • 1 En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
  • 2 —Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer;
  • 3 y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos.
  • 4 Sus discípulos le respondieron: —¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?
  • 5 Él les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: —Siete.
  • 6 Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud.
  • 7 Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo y mandó que también los pusieran delante.
  • 8 Comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas.
  • 9 Los que comieron eran como cuatro mil; y los despidió.
  • 10 Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
  • 11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo para tentarlo.
  • 12 Él, gimiendo en su espíritu, dijo: —¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
  • 13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue a la otra ribera.
  • 14 Se olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
  • 15 Y él les mandó, diciendo: —Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
  • 16 Discutían entre sí, diciendo: —Es porque no trajimos pan.
  • 17 Entendiéndolo Jesús, les dijo: —¿Qué discutís?, ¿porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón?
  • 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿No recordáis?
  • 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: —Doce.
  • 20 —Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: —Siete.
  • 21 Y les dijo: —¿Cómo es que aún no entendéis?
  • 22 Vino luego a Betsaida, y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo tocara.
  • 23 Entonces, tomando la mano del ciego, lo sacó fuera de la aldea; escupió en sus ojos, puso sus manos sobre él y le preguntó si veía algo.
  • 24 Él, mirando, dijo: —Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.
  • 25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
  • 26 Jesús lo envió a su casa, diciendo: —No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.,
  • 27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: —¿Quién dicen los hombres que soy yo?
  • 28 Ellos respondieron: —Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
  • 29 Entonces él les dijo: —Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: —Tú eres el Cristo.
  • 30 Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.
  • 31 Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días.
  • 32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomó aparte y comenzó a reconvenirlo.
  • 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: —¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
  • 34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
  • 35 Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará,
  • 36 porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?
  • 37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
  • 38 Por tanto, el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
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