Marcos-7

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
  • 2 estos, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto es, no lavadas, los condenaban,,
  • 3 (pues los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan muchas veces las manos, no comen.
  • 4 Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.)
  • 5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: —¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?
  • 6 Respondiendo él, les dijo: —¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí,
  • 7 pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”,
  • 8 porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes.
  • 9 Les decía también: —Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición,
  • 10 porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente”,
  • 11 pero vosotros decís: “Basta que diga un hombre al padre o a la madre: ‘Es Corbán (que quiere decir: “Mi ofrenda a Dios”) todo aquello con que pudiera ayudarte’,”
  • 12 y no lo dejáis hacer más por su padre o por su madre,
  • 13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.
  • 14 Llamando a sí a toda la multitud, les dijo: —Oídme todos y entended:
  • 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
  • 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
  • 17 Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.
  • 18 Él les dijo: —¿También vosotros estáis así, sin entendimiento? ¿No entendéis que nada de fuera que entra en el hombre lo puede contaminar,
  • 19 porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, declarando limpios todos los alimentos.
  • 20 Pero decía que lo que sale del hombre, eso contamina al hombre,
  • 21 porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,
  • 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez.
  • 23 Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.
  • 24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entró en una casa, y no quería que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse.
  • 25 Una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, luego que oyó de él vino y se postró a sus pies.
  • 26 La mujer era griega, sirofenicia de origen, y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.
  • 27 Pero Jesús le dijo: —Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros.
  • 28 Respondió ella y le dijo: —Sí, Señor; pero aun los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
  • 29 Entonces le dijo: —Por causa de esta palabra, vete; el demonio ha salido de tu hija.
  • 30 Cuando la mujer llegó a su casa, halló a la hija acostada en la cama, y que el demonio había salido de ella.
  • 31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al Mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.
  • 32 Le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera la mano sobre él.
  • 33 Entonces, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, escupió y tocó su lengua.
  • 34 Luego, levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo: —¡Efata! (que quiere decir: “Sé abierto.”)
  • 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, se desató la ligadura de su lengua y hablaba bien.
  • 36 Y les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
  • 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: —Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
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