Marcos-11

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos,
  • 2 y les dijo: —Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado. Desatadlo y traedlo.
  • 3 Y si alguien os pregunta: “¿Por qué hacéis eso?”, decid que el Señor lo necesita y que luego lo devolverá.
  • 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.
  • 5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron: —¿Qué hacéis desatando el pollino?
  • 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había dicho, y los dejaron ir.
  • 7 Trajeron el pollino a Jesús, echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
  • 8 También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.
  • 9 Los que iban delante y los que venían detrás gritaban, diciendo: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
  • 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosana en las alturas!
  • 11 Entró Jesús en Jerusalén y fue al Templo. Después de observarlo todo, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.
  • 12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
  • 13 Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
  • 14 Entonces Jesús dijo a la higuera: —¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti! Y lo oyeron sus discípulos.
  • 15 Vinieron, pues, a Jerusalén, y entrando Jesús en el Templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas;
  • 16 y no consentía que nadie atravesara el Templo llevando utensilio alguno.
  • 17 Y les enseñaba, diciendo: —¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
  • 18 Lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarlo, porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
  • 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
  • 20 Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado desde las raíces.
  • 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: —Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
  • 22 Respondiendo Jesús, les dijo: —Tened fe en Dios.
  • 23 De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
  • 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
  • 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas,
  • 26 porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
  • 27 Volvieron entonces a Jerusalén y, andando él por el Templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,
  • 28 y le preguntaron: —¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio autoridad para hacer estas cosas?
  • 29 Jesús, respondiendo, les dijo: —Os haré yo también una pregunta. Respondedme y os diré con qué autoridad hago estas cosas.
  • 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.
  • 31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: —Si decimos “del cielo”, dirá: “¿Por qué, pues, no lo creísteis?”
  • 32 ¿Y si decimos “de los hombres”?... Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta.
  • 33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: —No sabemos. Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: —Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.
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