Marcos-12

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos.
  • 2 A su tiempo envió un siervo a los labradores para recibir de estos del fruto de la viña.
  • 3 Pero ellos, tomándolo, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías.
  • 4 Volvió a enviarles otro siervo; pero, apedreándolo, lo hirieron en la cabeza, y también lo insultaron.
  • 5 Volvió a enviar otro, y a éste lo mataron. Después envió otros muchos: a unos los golpearon y a otros los mataron.
  • 6 »Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo.”
  • 7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Éste es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra.”
  • 8 Y tomándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
  • 9 »¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Irá, destruirá a los labradores y dará su viña a otros.
  • 10 »¿Ni aun esta escritura habéis leído: “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo.
  • 11 El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos”?»
  • 12 Procuraban prenderlo, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud y, dejándolo, se fueron.
  • 13 Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra.
  • 14 Viniendo ellos, le dijeron: —Maestro, sabemos que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?
  • 15 Pero él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.
  • 16 Ellos se lo trajeron; y él entonces preguntó: —¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: —De César.
  • 17 Respondiendo Jesús, les dijo: —Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.
  • 18 Entonces vinieron a él los saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:
  • 19 —Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja esposa, pero no deja hijos, su hermano debe casarse con ella y levantar descendencia a su hermano.
  • 20 Hubo siete hermanos: el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.
  • 21 Entonces el segundo se casó con ella, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero,
  • 22 y con los siete: ninguno dejó descendencia. Finalmente, murió también la mujer.
  • 23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
  • 24 Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: —Erráis también en esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios,
  • 25 porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos.
  • 26 Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”?
  • 27 ¡Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos! Así que vosotros mucho erráis.
  • 28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó: —¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
  • 29 Jesús le respondió: —El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
  • 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento.
  • 31 El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.
  • 32 Entonces el escriba le dijo: —Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de él;
  • 33 y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
  • 34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: —No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a preguntarle.
  • 35 Enseñando Jesús en el Templo, decía: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?,
  • 36 pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo: »“Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.’”
  • 37 »David mismo lo llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo?» Y gran multitud del pueblo lo oía de buena gana.
  • 38 Les decía en su enseñanza: «Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas,
  • 39 las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas,
  • 40 que devoran las casas de las viudas y, para disimularlo, hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.»
  • 41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
  • 42 Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, o sea, un cuadrante.
  • 43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: —De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca,
  • 44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
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