San Lucas-22

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Estaba cerca la fiesta de los Panes sin levadura, que se llama la Pascua.
  • 2 Los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarlo, porque temían al pueblo.
  • 3 Entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno de los doce;
  • 4 éste fue y habló con los principales sacerdotes y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría.
  • 5 Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero.
  • 6 Él aceptó y buscaba una oportunidad para entregárselo a espaldas del pueblo.
  • 7 Llegó el día de los Panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la Pascua.
  • 8 Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: —Id, preparadnos la Pascua para que la comamos.
  • 9 Ellos le preguntaron: —¿Dónde quieres que la preparemos?
  • 10 Él les dijo: —Al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo hasta la casa donde entre
  • 11 y decid al padre de familia de esa casa: “El Maestro te dice: ‘¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos?’”
  • 12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto; preparadla allí.
  • 13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la Pascua.
  • 14 Cuando era la hora se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.
  • 15 Y les dijo: —¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!,
  • 16 porque os digo que no la comeré más hasta que se cumpla en el reino de Dios.
  • 17 Tomando la copa, dio gracias y dijo: —Tomad esto y repartidlo entre vosotros,
  • 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta que el reino de Dios venga.
  • 19 También tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: —Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
  • 20 De igual manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
  • 21 Pero la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
  • 22 A la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
  • 23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí sobre quién de ellos sería el que habría de hacer esto.
  • 24 Hubo también entre ellos una discusión sobre quién de ellos sería el mayor.
  • 25 Pero él les dijo: —Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;
  • 26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven, y el que dirige, como el que sirve,
  • 27 pues, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo estoy entre vosotros como el que sirve.
  • 28 »Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.
  • 29 Yo, pues, os asigno un Reino, como mi Padre me lo asignó a mí,
  • 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
  • 31 Dijo también el Señor: —Simón, Simón, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
  • 32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
  • 33 Él le dijo: —Señor, estoy dispuesto a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte.
  • 34 Y él le dijo: —Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.
  • 35 Les dijo: —Cuando os envié sin bolsa, alforja ni calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: —Nada.
  • 36 Y les dijo: —Pues ahora el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.
  • 37 Os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: “Y fue contado con los inicuos”, porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento.
  • 38 Entonces ellos dijeron: —Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: —Basta.
  • 39 Salió y se fue, como solía, al Monte de los Olivos; y sus discípulos lo siguieron.
  • 40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: —Orad para que no entréis en tentación.
  • 41 Se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oró,
  • 42 diciendo: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
  • 43 Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.
  • 44 Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
  • 45 Cuando se levantó de la oración y fue a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;
  • 46 y les dijo: —¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.
  • 47 Mientras él aún hablaba, se presentó una turba. El que se llamaba Judas, uno de los doce, que iba al frente de ellos, se acercó hasta Jesús para besarlo.
  • 48 Entonces Jesús le dijo: —Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
  • 49 Cuando los que estaban con él se dieron cuenta de lo que había de acontecer, le dijeron: —Señor, ¿heriremos a espada?
  • 50 Entonces uno de ellos hirió a un siervo del Sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
  • 51 Entonces, respondiendo Jesús, dijo: —Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, lo sanó.
  • 52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido contra él: —¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos?
  • 53 Habiendo estado con vosotros cada día en el Templo, no extendisteis las manos contra mí; pero ésta es vuestra hora y la potestad de las tinieblas.
  • 54 Lo prendieron, lo llevaron y lo condujeron a casa del Sumo sacerdote. Y Pedro lo seguía de lejos.
  • 55 Encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor; también Pedro se sentó entre ellos.
  • 56 Pero una criada, al verlo sentado al fuego, se fijó en él y dijo: —También éste estaba con él.
  • 57 Pero él lo negó, diciendo: —Mujer, no lo conozco.
  • 58 Un poco después, viéndolo otro, dijo: —Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: —Hombre, no lo soy.
  • 59 Como una hora después, otro afirmó, diciendo: —Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
  • 60 Y Pedro dijo: —Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.
  • 61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
  • 62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
  • 63 Los hombres que vigilaban a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban.
  • 64 Vendándole los ojos, le golpeaban el rostro y le preguntaban, diciendo: —Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?
  • 65 Y lo insultaban diciéndole muchas otras cosas.
  • 66 Cuando se hizo de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y lo llevaron al Concilio, diciendo:
  • 67 —¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Les dijo: —Si os lo digo, no creeréis;
  • 68 y también, si os pregunto, ni me responderéis ni me soltaréis.
  • 69 Pero desde ahora el Hijo del hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.
  • 70 Dijeron todos: —Luego, ¿eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: —Vosotros decís que lo soy.
  • 71 Entonces ellos dijeron: —¿Qué más testimonio necesitamos?, porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.
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