Romanos-9

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,
  • 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón,
  • 3 porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;
  • 4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la Ley, el culto y las promesas.
  • 5 A ellos también pertenecen los patriarcas, de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
  • 6 No que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
  • 7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos suyos, sino: «En Isaac te será llamada descendencia.»
  • 8 Esto es: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que son contados como descendencia los hijos según la promesa,
  • 9 pues la palabra de la promesa es ésta: «Por este tiempo vendré y Sara tendrá un hijo.»
  • 10 Pero no solo esto, pues también Rebeca concibió de un solo hombre, de Isaac nuestro padre.
  • 11 No habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal (para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciera, no por las obras sino por el que llama),
  • 12 cuando Dios le dijo a Rebeca: «El mayor servirá al menor.»
  • 13 Como está escrito: «A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.»
  • 14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ninguna manera!,
  • 15 pues a Moisés dice: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadeceré del que yo me compadezca.»
  • 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia,
  • 17 porque la Escritura dice al faraón: «Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.»
  • 18 De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
  • 19 Pero me dirás: «¿Por qué, pues, inculpa? ¿Quién ha resistido a su voluntad?»
  • 20 Pero tú, hombre, ¿quién eres, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: «Por qué me has hecho así»?
  • 21 ¿Acaso no tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
  • 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?
  • 23 Él, para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que había preparado de antemano para gloria.
  • 24 A estos también ha llamado, es decir, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles.
  • 25 Como también en Oseas dice: «Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada.
  • 26 Y en el lugar donde se les dijo: “Vosotros no sois pueblo mío”, allí serán llamados “hijos del Dios viviente”.»
  • 27 También Isaías proclama acerca de Israel: «Aunque el número de los hijos de Israel fuera como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo,
  • 28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra con justicia y prontitud.»
  • 29 Y como antes dijo Isaías: «Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.»
  • 30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;
  • 31 mientras Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.
  • 32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino dependiendo de las obras de la Ley, de modo que tropezaron en la piedra de tropiezo,
  • 33 como está escrito: «He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será defraudado.»
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