Juan-6

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Después de esto, Jesús fue al otro lado del Mar de Galilea, el de Tiberias.
  • 2 Y lo seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.
  • 3 Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos.
  • 4 Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
  • 5 Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: —¿De dónde compraremos pan para que coman estos?
  • 6 Pero esto decía para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer.
  • 7 Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco.
  • 8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
  • 9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos?
  • 10 Entonces Jesús dijo: —Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en número de cinco mil hombres.
  • 11 Tomó Jesús aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían.
  • 12 Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: —Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
  • 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.
  • 14 Entonces aquellos hombres, al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente éste es el Profeta que había de venir al mundo.»
  • 15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.
  • 16 Al anochecer descendieron sus discípulos al mar,
  • 17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos.
  • 18 El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
  • 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.
  • 20 Pero él les dijo: —Yo soy; no temáis.
  • 21 Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra a donde iban.
  • 22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos.
  • 23 Pero otras barcas habían llegado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
  • 24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.
  • 25 Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
  • 26 Respondió Jesús y les dijo: —De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
  • 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre, porque a éste señaló Dios, el Padre.
  • 28 Entonces le preguntaron: —¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
  • 29 Respondió Jesús y les dijo: —Ésta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado.
  • 30 Entonces le dijeron: —¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces?
  • 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”
  • 32 Y Jesús les dijo: —De cierto, de cierto os digo: Moisés no os dio el pan del cielo, pero mi Padre os da el verdadero pan del cielo,
  • 33 porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
  • 34 Le dijeron: —Señor, danos siempre este pan.
  • 35 Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.
  • 36 Pero ya os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.
  • 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.
  • 38 He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
  • 39 Y la voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da, sino que lo resucite en el día final.
  • 40 Y ésta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.
  • 41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo»,
  • 42 y decían: —Éste, ¿no es Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice ahora: “Del cielo he descendido”?
  • 43 Jesús respondió y les dijo: —No murmuréis entre vosotros.
  • 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final.
  • 45 Escrito está en los Profetas: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí.
  • 46 No que alguien haya visto al Padre; solo aquel que viene de Dios, ése ha visto al Padre.
  • 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna.
  • 48 Yo soy el pan de vida.
  • 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y aun así murieron.
  • 50 Éste es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de él.
  • 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
  • 52 Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo: —¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
  • 53 Jesús les dijo: —De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
  • 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final,
  • 55 porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
  • 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.,
  • 57 Así como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, también el que me come vivirá por mí.
  • 58 Éste es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente.
  • 59 Estas cosas dijo en Capernaúm, enseñando en una sinagoga.
  • 60 Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: —Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
  • 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: —¿Esto os escandaliza?
  • 62 ¿Pues qué, si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba primero?
  • 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
  • 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen —porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo había de entregar—.
  • 65 Y dijo: —Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le es dado del Padre.
  • 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
  • 67 Dijo entonces Jesús a los doce: —¿Queréis acaso iros también vosotros?
  • 68 Le respondió Simón Pedro: —Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
  • 69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
  • 70 Jesús les respondió: —¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
  • 71 Hablaba de Judas Iscariote hijo de Simón, porque él era el que lo iba a entregar, y era uno de los doce.
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