San Mateo-27

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo dispusieron contra Jesús un plan para entregarlo a muerte.
  • 2 Lo llevaron atado y lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.
  • 3 Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
  • 4 diciendo: —Yo he pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: —¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!
  • 5 Entonces, arrojando las piezas de plata en el Templo, salió, y fue y se ahorcó.
  • 6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: —No está permitido echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.
  • 7 Y, después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros.
  • 8 Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: «Campo de sangre».
  • 9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: «Tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel,
  • 10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.»
  • 11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: —¿Eres tú el Rey de los judíos? Jesús le dijo: —Tú lo dices.
  • 12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
  • 13 Pilato entonces le dijo: —¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?
  • 14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra, de tal manera que el gobernador estaba muy asombrado.
  • 15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisieran.
  • 16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás.
  • 17 Reunidos, pues, ellos, les preguntó Pilato: —¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?
  • 18 (Porque sabía que por envidia lo habían entregado.)
  • 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: —No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de él.
  • 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiera a Barrabás y que se diera muerte a Jesús.
  • 21 Respondiendo el gobernador, les dijo: —¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: —A Barrabás.
  • 22 Pilato les preguntó: —¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: —¡Sea crucificado!
  • 23 El gobernador les dijo: —Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: —¡Sea crucificado!
  • 24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: —Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros.
  • 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: —Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
  • 26 Entonces les soltó a Barrabás, y habiendo azotado a Jesús, lo entregó para ser crucificado.
  • 27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía.
  • 28 Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata;
  • 29 pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: —¡Salve, rey de los judíos!
  • 30 Le escupían, y tomando la caña lo golpeaban en la cabeza.
  • 31 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarle.
  • 32 Al salir hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevara la cruz.
  • 33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, (que significa: «Lugar de la Calavera»),
  • 34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero, después de haberlo probado, no quiso beberlo.
  • 35 Cuando lo hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliera lo dicho por el profeta: «Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.»
  • 36 Y sentados lo custodiaban allí.
  • 37 Pusieron sobre su cabeza su causa escrita: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.»
  • 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda.
  • 39 Los que pasaban lo insultaban meneando la cabeza
  • 40 y diciendo: «Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.»
  • 41 De esta manera también los principales sacerdotes, junto con los escribas, los fariseos y los ancianos, se burlaban de él y decían:
  • 42 «A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
  • 43 Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere, porque ha dicho: “Soy Hijo de Dios.”»
  • 44 Del mismo modo lo insultaban los ladrones que habían sido crucificados con él.
  • 45 Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
  • 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»).
  • 47 Algunos de los que estaban allí decían al oírlo: —A Elías llama éste.
  • 48 Al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, la empapó de vinagre, la puso en una caña y le dio a beber.
  • 49 Pero los otros decían: —Deja, veamos si viene Elías a librarlo.
  • 50 Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
  • 51 Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron,
  • 52 los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
  • 53 y después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos.
  • 54 El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios.»
  • 55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo.
  • 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
  • 57 Cuando cayó la noche, llegó un hombre rico, de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.
  • 58 Éste fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diera el cuerpo.
  • 59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
  • 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.
  • 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
  • 62 Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato
  • 63 y le dijeron: —Señor, nos acordamos que aquel mentiroso, estando en vida, dijo: “Después de tres días resucitaré.”
  • 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos de noche, lo hurten y digan al pueblo: “Resucitó de entre los muertos.” Y será el último engaño peor que el primero.
  • 65 Pilato les dijo: —Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis.
  • 66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.
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