Proverbios-23

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Cuando te sientes a comer con algún señor, considera bien lo que está delante de ti.
  • 2 Pon un cuchillo a tu garganta, si tienes mucho apetito.
  • 3 No codicies sus manjares delicados, porque es pan engañoso.
  • 4 No te afanes por hacerte rico: sé prudente y desiste.
  • 5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, que son nada? De cierto se hacen alas como de águila, y vuelan al cielo.
  • 6 No comas pan con el avaro ni codicies sus manjares,
  • 7 porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él. «Come y bebe», te dirá, pero su corazón no está contigo.
  • 8 Vomitarás el bocado que comiste y habrás malgastado tus suaves palabras.
  • 9 No hables a oídos del necio, porque menospreciará la prudencia de tus razones.
  • 10 No remuevas el lindero antiguo ni entres en la heredad de los huérfanos,
  • 11 porque su defensor es el Fuerte: él abogará por la causa de ellos contra ti.
  • 12 Aplica tu corazón a la enseñanza y tus oídos a las razones sabias.
  • 13 No rehúses corregir al muchacho, porque si lo castigas con vara, no morirá.
  • 14 Castígalo con la vara y librarás su alma del seol.
  • 15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también a mí se me alegrará el corazón,
  • 16 y mis entrañas también se alegrarán cuando tus labios hablen con rectitud.
  • 17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová en todo tiempo.
  • 18 Porque ciertamente hay un porvenir y tu esperanza no será frustrada.
  • 19 Escucha, hijo mío, y sé sabio: endereza tu corazón al buen camino.
  • 20 No te juntes con los bebedores de vino ni con los comilones de carne,
  • 21 porque el bebedor y el comilón se empobrecerán, y el mucho dormir los hará vestir de harapos.
  • 22 Escucha a tu padre, que te engendró; y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies.
  • 23 Compra la verdad y no la vendas; y la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
  • 24 Mucho se alegrará el padre del justo, y el que engendra a un sabio se gozará con él.
  • 25 ¡Alégrense tu padre y tu madre! ¡Gócese la que te dio a luz!
  • 26 Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos mis caminos.
  • 27 Porque abismo profundo es la ramera, pozo profundo la extraña.
  • 28 También ella, como un ladrón, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
  • 29 ¿Para quién serán los ayes? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas sin razón? ¿Para quién los ojos enrojecidos?
  • 30 Para los que no dejan el vino, para los que van probando mixturas.
  • 31 ¡No mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa! Se entra suavemente,
  • 32 pero al fin muerde como una serpiente, causa dolor como un áspid.
  • 33 Tus ojos verán cosas extrañas y tu corazón dirá cosas perversas.
  • 34 Será como si yacieras en medio del mar o como si yacieras en la punta de un mástil.
  • 35 Y dirás: «Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, pero no lo sentí; cuando despierte, volveré en busca de más.»
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