Salmos-78

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Escucha, pueblo mío, mi Ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
  • 2 Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
  • 3 las cuales hemos oído y entendido, las que nuestros padres nos contaron.
  • 4 No las encubriremos a sus hijos, contaremos a la generación venidera las alabanzas de Jehová, su potencia y las maravillas que hizo.
  • 5 Él estableció testimonio en Jacob y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificaran a sus hijos;
  • 6 para que lo sepa la generación venidera, los hijos que nazcan; y los que se levanten lo cuenten a sus hijos,
  • 7 a fin de que pongan en Dios su confianza y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos
  • 8 y no sean como sus padres, generación terca y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni cuyo espíritu fue fiel para con Dios.
  • 9 Los hijos de Efraín, arqueros muy diestros, volvieron las espaldas en el día de la batalla.
  • 10 No guardaron el pacto de Dios ni quisieron andar en su Ley;
  • 11 al contrario, se olvidaron de sus obras y de sus maravillas que les había mostrado.
  • 12 Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
  • 13 Dividió el mar y los hizo pasar. Detuvo las aguas como en un montón.
  • 14 Los guió de día con nube y toda la noche con resplandor de fuego.
  • 15 Hendió las peñas en el desierto y les dio a beber como de grandes abismos,
  • 16 pues sacó de la peña corrientes e hizo descender aguas como ríos.
  • 17 Pero aun así, volvieron a pecar contra él, rebelándose contra el Altísimo en el desierto,
  • 18 pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto.
  • 19 Y hablaron contra Dios, diciendo: «¿Podrá poner mesa en el desierto?
  • 20 Él ha herido la peña, y brotaron aguas y torrentes inundaron la tierra. ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?»
  • 21 Y lo oyó Jehová y se indignó; se encendió el fuego contra Jacob y el furor subió contra Israel,
  • 22 por cuanto no le habían creído ni habían confiado en su salvación.
  • 23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, abrió las puertas de los cielos
  • 24 e hizo llover sobre ellos maná, para que comieran, y les dio trigo de los cielos.
  • 25 Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarlos.
  • 26 Movió el viento solano en el cielo, y trajo con su poder al viento del sur,
  • 27 e hizo llover sobre ellos carne, como polvo; como la arena del mar, aves que vuelan.
  • 28 Las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus tiendas.
  • 29 Comieron y se saciaron; les cumplió, pues, su deseo.
  • 30 No habían saciado aún su apetito, aún estaba la comida en su boca,
  • 31 cuando vino sobre ellos el furor de Dios, e hizo morir a los más robustos de ellos y derribó a los escogidos de Israel.
  • 32 Con todo esto, volvieron a pecar y no dieron crédito a sus maravillas.
  • 33 Por tanto, hizo acabar sus días como un soplo y sus años en tribulación.
  • 34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; entonces se volvían solícitos en busca suya,
  • 35 y se acordaban de que Dios era su refugio, que el Dios Altísimo era su redentor.
  • 36 Pero lo halagaban con su boca, y con su lengua le mentían,
  • 37 pues sus corazones no eran rectos con él ni permanecieron firmes en su pacto.
  • 38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad y no los destruía; apartó muchas veces su ira y no despertó todo su enojo.
  • 39 Se acordó de que eran carne, soplo que va y no vuelve.
  • 40 ¡Cuántas veces en el desierto se rebelaron contra él, y lo enojaron en el yermo!
  • 41 Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel.
  • 42 No se acordaban de su mano, del día que los redimió de la angustia;
  • 43 cuando manifestó en Egipto sus señales y sus maravillas en el campo de Zoán.
  • 44 Y volvió sus ríos en sangre, y sus corrientes, para que no bebieran.
  • 45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban y ranas que los destruían.
  • 46 Dio también a la oruga sus frutos y sus labores a la langosta.
  • 47 Sus viñas destruyó con granizo y sus higuerales con escarcha.
  • 48 Entregó al granizo sus bestias y sus ganados a los rayos.
  • 49 Envió sobre ellos el ardor de su ira; enojo, indignación y angustia, ¡un ejército de ángeles destructores!
  • 50 Dispuso camino a su furor; no eximió la vida de ellos de la muerte, sino que los entregó a mortandad.
  • 51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto, las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.
  • 52 Hizo salir a su pueblo como a ovejas y los llevó por el desierto como a un rebaño.
  • 53 Los guió con seguridad, de modo que no tuvieran temor; y el mar cubrió a sus enemigos.
  • 54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó con su mano derecha.
  • 55 Echó las naciones de delante de ellos; con cuerdas repartió sus tierras en heredad e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.
  • 56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo y no guardaron sus testimonios;
  • 57 más bien, le dieron la espalda, rebelándose como sus padres; se torcieron como arco engañoso.
  • 58 Lo enojaron con sus lugares altos y lo provocaron a celo con sus imágenes de talla.
  • 59 Lo oyó Dios y se enojó, y en gran manera aborreció a Israel.
  • 60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres.
  • 61 Entregó a cautiverio su poderío; su gloria, en manos del enemigo.
  • 62 Entregó también su pueblo a la espada y se irritó contra su heredad.
  • 63 El fuego devoró a sus jóvenes y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.
  • 64 Sus sacerdotes cayeron a espada y sus viudas no hicieron lamentación.
  • 65 Entonces despertó el Señor como quien duerme, como un valiente que grita excitado por el vino,
  • 66 e hirió a sus enemigos por detrás; les dio perpetua afrenta.
  • 67 Desechó la casa de José y no escogió la tribu de Efraín,
  • 68 sino que escogió la tribu de Judá, el monte Sión, al cual amó.
  • 69 Edificó su santuario a manera de eminencia, como la tierra que cimentó para siempre.
  • 70 Eligió a David su siervo y lo tomó de los rebaños de ovejas;
  • 71 de detrás de las paridas lo trajo, para que apacentara a Jacob su pueblo, a Israel su heredad.
  • 72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón; los pastoreó con la pericia de sus manos.
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