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El SEÑOR me dirigió la palabra:2
«Hijo de hombre, ¿en qué supera la leña de la vid a la madera de los árboles del bosque?3
Esa leña no sirve para hacer muebles, y ni siquiera para hacer una percha!4
Escasamente sirve para alimentar el fuego! Pero ¿de qué sirve cuando sus extremos se consumen y ya se ha quemado por dentro?5
Si cuando estaba entera no servía para nada, mucho menos cuando ya ha sido consumida por el fuego!6
»Por tanto, así dice el SEÑOR omnipotente: Como la leña de la vid, que sólo sirve para echarla al fuego, así haré con los habitantes de Jerusalén.7
Voy a enfrentarme a ellos; se han librado de un fuego, pero serán consumidos por otro! Cuando me enfrente a ellos, ustedes sabrán que yo soy el SEÑOR.8
Convertiré a este país en desolación, porque ha sido infiel. Lo afirma el SEÑOR omnipotente.»