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Los cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte.2
El SEÑOR ama las entradas de Sión más que a todas las moradas de Jacob.3
De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah4
«Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: “Éste nació en Sión.” »5
De Sión se dirá, en efecto: «Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido.»6
El SEÑOR anotará en el registro de los pueblos: «Éste nació en Sión.» Selah7
Y mientras cantan y bailan, dicen: «En ti se hallan todos mis orígenes.»