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SEÑOR, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas.2
Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. Mi alma es como un niño recién amamantado!3
Israel, pon tu esperanza en el SEÑOR desde ahora y para siempre.