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Aquella noche el rey no podía dormir, así que mandó que le trajeran las crónicas reales --la historia de su reino-- y que se las leyeran.2
Allí constaba que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, dos de los eunucos del rey, miembros de la guardia, que habían tramado asesinar al rey Asuero.3
--¿Qué honor o reconocimiento ha recibido Mardoqueo por esto? --preguntó el rey. --No se ha hecho nada por él --respondieron sus ayudantes personales.4
Amán acababa de entrar en el patio exterior del palacio para pedirle al rey que empalara a Mardoqueo en la estaca que había mandado levantar para él. Así que el rey preguntó: --¿Quién anda en el patio?5
Sus ayudantes respondieron: --El que anda en el patio es Amán. --Que pase! --ordenó el rey.6
Cuando entró Amán, el rey le preguntó: --¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea honrar? Entonces Amán dijo para sí: «¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?»7
Así que contestó: --Para el hombre a quien el rey desea honrar,8
que se mande traer una vestidura real que el rey haya usado, y un caballo en el que haya montado y que lleve en la cabeza un adorno real.9
La vestidura y el caballo deberán entregarse a uno de los funcionarios más ilustres del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que lo pasee a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: “Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!”10
--Ve de inmediato --le dijo el rey a Amán--, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.11
Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: «Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!»12
Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara.13
Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido. Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron: --Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. Sin duda acabarás siendo derrotado!14
Mientras todavía estaban hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al banquete ofrecido por Ester.